Spiritual Quote: Febrero, 24 2023

La fuerza que mueve al cuerpo es el poder de Dios.

Nuestro cuerpo, compuesto de elementos terrenales de materia, no es nuestro verdadero ser.

A través de la meditación vemos que, aunque estemos privados de nuestro cuerpo físico, existimos.

El amor significa tener un gran corazón y ver lo bueno en los demás. Significa estar abiertos y aceptar a todos, incluyendo a quienes son diferentes a nosotros.

Quienes meditan en la Luz y el Sonido interior constatan que somos iguales, ya que ellos mismos ven esa Luz en todos.

Para desarrollar el amor necesario para volver a Dios se necesita tener un gran corazón. Tiene que ser tan grande que abarque a toda la creación.

El amor de Dios está disponible para todos sin importar lo que hayamos hecho. El amor incondicional acepta a todos.

Si queremos avanzar rápidamente en el sendero espiritual necesitamos desarrollar amor.

Buscamos el amor por todo el mundo sin saber que este yace enterrado justo dentro de nosotros.

Puesto que Dios es una parte de toda la creación, cuando tenemos amor por todos estamos amando a Dios. Este es el paso que debemos dar para reunir nuestra alma con DIOS.

Los altibajos de la vida nos van a suceder a todos por igual. Equilibrio es lo que necesitamos.

La meditación es un refugio privado a los problemas del mundo.

Más grande que el poder del átomo es el poder del alma.

Existe un lazo de seda de amor que nos conecta a todos.

La verdadera felicidad llega cuando nos conectamos con la fuente de alegría dentro de nosotros, el alma y Dios.

Los seres humanos no se hicieron para el tiempo, el tiempo se hizo para los seres humanos.

La verdad es una. Quienquiera conoce a Dios trae de nuevo la misma verdad.

El amor es un artículo que cuando se distribuye en vez de disminuir aumenta.

Sana al mundo, un corazón herido a la vez.

Si traemos alivio al corazón de alguien o somos un bálsamo para las heridas de otros habremos servido verdaderamente al Señor.

El amor es contagioso. ¡Contágialo!

El amor transforma la vida en un paraíso floreciente.

Al desprendernos de este mundo transitorio y apegarnos a Dios alcanzamos la felicidad permanente.

La ira lastima más a quien la envía.

Cuando nos damos cuenta de lo breve que es la vida buscamos un amor que nunca termine.

Para lograr la unión de nuestra alma con Dios hay que tener anhelo por Dios.

Si no van adentro lo pierden todo.

La meditación en la Luz y el Sonido internos requiere de total concentración y enfoque.

Cuando nuestra alma se reúne con Dios, nos fundimos para siempre en el amor y la bienaventuranza.

La corriente de Luz y Sonido nos conecta con la fuente total de amor, sabiduría y bienaventuranza.