Spiritual Quote: Noviembre, 26 2022

Cada uno de nosotros es una chispa de Dios.

Al aprender la meditación, creamos un remanso de paz en nosotros que se irradia a los demás y convierte al mundo en un lugar de paz, amor divino y felicidad para toda la humanidad.

El alma en ti es la misma que el alma en mí.

Cuando nos preocupamos por los demás, nos preocupamos por Dios.

A la mente le gustan los hábitos. Si le decimos a nuestra mente que tenemos que sentarnos a meditar cada día a la misma hora y en el mismo lugar, se creará un hábito.

Dios dio vida a la creación mediante el poder del amor.

Si vemos a alguien haciendo algo que no nos gusta, en lugar de tener pensamientos negativos, podemos buscar entenderlo.

Creemos que pertenecemos al mundo, pero ni una sola alma pertenece al mundo. Todas las almas pertenecen a Dios.

La gratitud es un regalo de Dios para acelerar nuestro progreso espiritual.

Si escuchamos a nuestra alma, encontraremos que la paz interior y el contentamiento son más valiosos que todas las riquezas del mundo.

Muchas personas transitan por la vida sin saber que Dios está siempre con nosotros.

Para sanar al mundo, debemos sanarnos a nosotros mismos. Para traer la paz al mundo, debemos tener paz nosotros mismos. Podemos lograr esto a través de la meditación.

La alegría y la felicidad que gozamos durante la meditación persisten mucho después de terminar de meditar. Puede durar todo el día.

Para traer la paz al mundo, debemos tener paz nosotros mismos. Podemos lograr esto a través de la meditación.

Adentro el Alma vive en un estado de dulzura, no importa cuán dura sea nuestra vida afuera.

Si cada persona alcanza la paz interior y trata a los demás con amor y bondad, no pasará mucho tiempo antes de que la paz exterior reine en todo el mundo.

Encuentra algo bueno en todas las cosas. Incluso cuando encaramos desafíos podemos pensar en el lado positivo y hacer el mejor uso de nuestra preciosa vida humana.

Somos entidades totalmente conscientes, pequeñas gotas de dicha y de Luz, pero no nos damos cuenta de ello.

Nuestra verdadera existencia yace al nivel del alma.

Las prácticas espirituales son alimentadas por el poder del amor.

A cada uno de nosotros nos han dado todo lo necesario para conocernos de verdad a nosotros mismos.

Para alcanzar la meta de la vida, necesitamos saber de nuestra alma; para saber de nuestra alma, necesitamos meditar.

Emoción, gozo y felicidad extrema bañan el alma cuando se encuentra con Dios.

El alma no quiere otra cosa más que ser rodeada por el amor de Dios.

Necesitamos tener equilibrio en la vida para que los tiempos, ya sean buenos o malos, no nos afecten.

Decimos que queremos encontrar a Dios, pero Dios sólo puede ser encontrado en la quietud de nuestra alma.

Así como una planta necesita luz solar para crecer, así también nuestra alma necesita enfocarse en la Luz interior.

El amor de Dios es eterno y resiste todas las pruebas del tiempo.

Nos pueden quitar las fuentes externas de felicidad, pero tenemos acceso a una felicidad eterna dentro de nosotros.

Es en la quietud donde experimentamos el amor de Dios.