Spiritual Quote: Junio, 28 2022

Estamos unidos por el hilo de seda de la Divinidad.

Para sanar al mundo, debemos sanarnos a nosotros mismos.

Cuando trabajamos con una actitud de que cada ser merece lo mejor de nuestra parte, honramos al mismo Dios que hay dentro de todos.

A través del viaje espiritual el alma recupera su felicidad, amor y conciencia original.

La meditación tiene beneficios para nuestro bienestar físico y mental. Es segura, eficaz y no cuesta nada.

Siempre debemos hacer y dar lo mejor de nuestra parte. La recompensa está en el servicio, no en los frutos del servicio.

Excepcional es aquel que trata a todos por igual.

Si podemos cultivar la no violencia en nuestra vida diaria, llegaremos a ser un refugio de paz y tranquilidad para quienes nos rodean.

Es una cualidad noble tener buenos sentimientos por toda la gente, tanto conocidos como extraños.

Si pudiéramos tocar lo más profundo de nuestro ser, penetrando las formas externas de este cuerpo y la mente, descubriríamos una manantial de paz y felicidad eterna.

Con la meditación dominamos las tensiones de la vida y encontramos la clave de la relajación y la tranquilidad.

El verdadero servicio desinteresado es una expresión de amor.

Nuestros pensamientos no sólo lastiman a otros, sino que en últimas nos lastiman a nosotros también.

Cuanto más tiempo pasemos en meditación, más experimentamos el amor de Dios.

El amor espiritual nunca se puede acabar.

Dios lo sabe todo y Dios nos cuida todo el tiempo.

Cuando estamos llenos de amor por Dios, también nos volvemos uno con Dios.

Cada una de nuestras respiraciones es preciosa.

Cuando alguien nos envía pensamientos amorosos, también respondemos con amor.

Nuestra alma que es de la misma esencia de Dios se llena de éxtasis en la presencia de la conciencia pura.

La meditación diaria nos ayuda a contrarrestar las influencias e impresiones negativas que recibimos del mundo en nuestra vida cotidiana.

Cuando dejamos los resultados en manos de Dios ya nada de este mundo nos molesta.

El alma es valiente.

Debemos servir a nuestros semejantes con la misma preocupación y compasión que mostramos por nuestros propios parientes y familiares.

El alma es totalmente consciente.

Cuando nos fundimos en Dios y vemos Su Luz en cada ser, se habrá cristalizado para nosotros la unidad.

Aun en medio de las dificultades, busquemos el lado positivo y aprovechemos al máximo nuestra preciosa vida humana.

La paz que sentimos en la unidad es un reflejo de nuestra verdadera existencia. Un estado en el que solo hay uno.

Hagamos un recuento de las numerosas cosas por las que tenemos que agradecerle a Dios.

La experiencia de la vida es un espectáculo pasajero en el que nuestra alma es un observador.